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Del futuro digital y tal
Ismael Olea, 08 Mar. 2007
Procedo a aclarar alguna de las cuestiones que despiertan la inquietud de David Uclés que me digna con su atención a mis comentarios sobre la «revolución digital abierta».
David se pregunta por la sostenibilidad del mundo digital. Le ha conducido a esta duda una obvia confusión semántica. Cuando algunos hablamos de «lo digital» no nos referimos en sentido estricto a lo exclusivamente tecnológico (y compruebo que tampoco somos los únicos tras una rápida búsqueda curioseando uno o dos resultados) sino que ha de entenderse desde un punto de vista macro. La analogía es obvia si enfrentamos, en el sentido de poner frente a frente, la revolución digital con la revolución industrial. Supongo que no merece la pena que profundice demasiado en este punto, aparte de que no sabría ser suficientemente riguroso. Baste decir que a la par de los cambios tecnológicos se generan cambios en los planos económicos, culturales, sociales, políticos, etc, que precisamente es también de lo que habla, y compara, la ley de la disrupción.
Para profundizar más en estos planteamientos recomiendo a acudir a Francisco de Urquijo y su trabajo la revolución digital y los sistemas abiertos estandarizados.
Aprovecho también para hacer una aclaración muy importante. El SOOS es el «Sistema Operativo Organizacional eStándar». Y, en gran parte, no debe ser entendido como una herramienta, como una tecnología o como un software. Es todo eso y bastante más. Soy completamente consciente de que es imprescindible terminar su concreción pero, como veremos al final, para acabarla también hacen falta terminar de identificar los que yo por ahora denomino criterios de la revolución digital abierta. Y sobre todo me interesa llamar la atención en el adjetivo organizacional pues es uno de los puntos de inflexión en la manera de concebir las soluciones basadas en software no empotrado.
De una aclaración a otra: el que lo hayas identificado con el «open source» tampoco es casual. Personalmente yo prefiero usar la expresión FLOSS (Free Libre Open Source Software) por global y para no caer en ciertos debates del todo estériles. Con todo, tampoco quiero darle a esta expresión más importancia de la que tiene. En todos estos años de trayectoria personal me ha preocupado comprender la potencia y la dimensión real del fenómeno. No profundizaré ahora en mis conclusiones porque realmente merecen al menos un ensayo en exclusiva, pero quisiera recalcar la importancia histórica de haber demostrado la potencia de una economía del conocimento. Es cierto que la conceptualización de las libertades del software han servido para estructurarla, pero creo que son aún más trascendentales las propiedades de «lo abierto». Y hasta donde tengo visto quien mejor las ha caracterizado hasta ahora ha sido Ken Kretchmer. Queda pues aclarar este punto de vista y vindicarlo para al menos compensar mínimamente el desarrollo de marca abusivo al que la FSF nos tiene acostumbrados -si esta frase ha despertado cierta inquietud en algún lector le invito a nutrirse del celebérrimo y con todo tal vez no suficientemente ponderado No Logo.
Finalmente, atacas el problema del impacto medioambiental que tiene la industria del hardware. Qué poco se habla del tema. Y es terrible que no forme parte de las agendas de los dos vectores de difusión más importantes:
- los que dictan las agendas gubernamentales de la implantación de las TIC (sorpresa: ¡la industria!)
- los tecno geeks, que de gurús de la tecnología acaban (¿acabamos?) quedándose en los sufridos peones de la sociedad de la información con una desarrollada miopía también necesitada de una importante aclaración.
¿Qué alternativa queda? Sólo una que pase por un futuro responsable. Por eso cuando dices «la única forma de que el paradigma digital se integre en una estrategia de sostenibilidad ambiental pasa por su supeditación a un nuevo marco de valores que superponga la obtención los objetivos de sostenibilidad y de calidad de vida a los del crecimiento del PIB.» § yo no puedo menos que estar completa y absolutamente de acuerdo. La revolución digital de la que yo hablo no es la de un futuro hipertecnológico sino la de un futuro responsable. Y para hacerlo posible yo no puedo esperar a un cambio de valores que puede o no llegar, sino que trabajo en identificar los criterios de desarrollo de una revolución digital abierta que sirvan a su vez de marco de coordinación y auto-organización de todos los actores interesados. Y tampoco es la primera vez que te hablo de ellos
PD: Aprovecho para incorporar la estupenda referencia del coste ecológico de un ordenador a mi colección sobre la Revolución Digital Abierta.
Fe de ratas: acabo de darle una revisión de estilo al texto, que anoche lo dejé hecho unos zorros.