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Machlup: semántica económica

Trabajos pioneros como el de Fritz Machlup son un antecedente de la preocupación por las implicaciones de la terminología utilizada en la disciplina económica. Aún cuando para Lawson la preocupación por los temas semánticos es indispensable para analizar con precisión las implicaciones de los discursos, también considera fundamental llevar el análisis a una dimensión ontológica.

Es importante considerar, entonces, que a todo término le corresponden ciertas consecuencias (apelo aquí al término consecuencias en un sentido de carácter particular, dados los propósitos del presente trabajo)[14] que pueden ser observados a fin de enriquecer su aprehensión real, tanto desde una perspectiva semántica como desde una perspectiva ontológica.

La ontología de una teoría no se encuentra en una correspondencia sencilla con su ideología.[15]

Para Quine, por ejemplo, si se tiene adecuadamente en cuenta la distinción entre significación y referencia, los problemas de lo que genéricamente se llama semántica quedan divididos en dos provincias tan fundamentalmente diversas que no merecen una apelación común. Se les puede llamar ´teoría de la significación´ y ´teoría de la referencia´. Aunque, que haya límites entre estos campos no quiere decir que haya barreras entre ellos, nos dice Quine.[16]

La noción de compromiso ontológico pertenece a la teoría de la referencia. Porque si queremos hablar de compromiso ontológico de un discurso que no se encuentra en una forma de lenguaje explícitamente cuantificada y basar al mismo tiempo nuestra discusión en una supuesta sinonimia entre los enunciados dados y sus traducciones a un lenguaje cuantificacional, nos encontramos naturalmente envueltos en problemas de la teoría de la significación.

Dada una teoría, su ontología es uno de los aspectos filosóficamente interesantes que pueden atraer a su estudio. Pero también podemos preguntarnos por su ideología, por eso es que la ontología de una teoría no se encuentra en una correspondencia sencilla con su ideología.

La semántica económica (herramienta propuesta por Machlup) nos ayuda a aclarar ideas confusas. Sin embargo, hay que analizar con más detalle cuál es en concreto la propuesta que Machlup ofrece.

En 1974 Fritz Machlup escribió en su Semántica económica[Machlup74] que tanto en el lenguaje científico como en el lenguaje cotidiano se emplean homónimos, pero el contexto hace que sus significados sean suficientemente distintos para que la vaguedad de ciertos vocablos no de como resultado que en ocasiones se produzcan contradicciones sorprendentes, las cuales se suman al ya conflictivo ambiente de la compleja realidad social.

Es entonces pertinente preguntar ¿cómo es posible que las palabras puedan usarse de un modo arbitrario? A lo que Machlup responde ofreciendo varios ejemplos, un escenario en el que muestra que los economistas no son cuidadosos con las palabras que usan, ni siquiera con aquellas de su propia disciplina. Es precisamente este uso arbitrario de términos de los que desconocen sus implicaciones (significados), lo que explica los resultados poco satisfactorios en términos, por ejemplo de políticas económicas.

Si el éxito de una teoría consiste en formular predicciones correctas y sobrevivir a pruebas estadísticas, si significa también que encaja dentro de un sistema deductivo, entonces otras teorías deben fundarse en ella. Sin embargo, es difícil creer que la teoría nos permita captar de alguna manera la variabilidad de las partes relativas a medida que cambian los datos.

Por ejemplo, el micromodelo del mercado perfecto juega el mismo papel en la microteoría que la teoría del equilibrio en la macroteoría. Aunque, lo conveniente sería que tanto en macro como en microteoría el equilibrio se entienda sólo como un recurso para generar experimentos mentales.

Y además debe tomarse en cuenta que siempre están involucrados juicios de valor. Para Machlup es un error que los autores no sean claros con las intenciones que tienen al mostrar ecuaciones.[17]

La macroteoría está repleta, por ejemplo, de ecuaciones de identidad, que en sentido estricto no son tales, pues el referente es el modelo con el que se relacionan, y este, depende de variables distintas en cada caso. El conjunto de ecuaciones siempre remite a las implicaciones de los sucesos que esperamos que ocurran.

Por ejemplo, podemos definir equilibrio en el análisis económico, como una constelación de variables interrelacionadas, seleccionadas, ajustadas unas a otras en forma tal que en el modelo que integran, no exista ninguna tendencia inherente al cambio. Tanto el modelo, como el equilibrio, son construcciones mentales (basadas en la abstracción y en la imaginación.[18]

El equilibrio también es la compatibilidad mutua de un conjunto seleccionado de variables interrelacionadas, para valores particulares. Supongamos un conjunto formado por las variables A, B, C, D y postulamos ciertas relaciones entre las variables (bajo la forma de ecuaciones de comportamiento, de relaciones técnicas psicológicas o institucionales o de simples definiciones). Si estas variables son compatibles, todo puede seguir como está. Pero si incrementa la variable C, entonces ya no es compatible con A, B y D y las cosas deben ajustarse. Es por tanto importante, hasta aquí, recalcar la relatividad de la compatibilidad para que tenga sentido la afirmación de equilibrio.

La compatibilidad entre las variables depende siempre de las interrelaciones postuladas y de la limitación del modelo con respecto a las variables elegidas. El mundo real contiene un número mayor de variables que cualquier modelo económico abstracto; sus interrelaciones reales son desconocidas y más aún incognoscibles (entre otros motivos, porque sus cambios en el tiempo son imprevisibles). En consecuencia, el equilibrio entre variables seleccionadas sería inobservable aun si cada una de estas variables tuviera una réplica observable en el mundo real.[19]

Además es indispensable recordar que las ecuaciones de identidad son esencialmente clasificaciones. Por ejemplo, pensemos en la ecuación de identidad que dice que las ganancias (G) o bien se pagan como dividendos (D) o bien se reinvierten en la empresa (R); así pues, G= D+R. Si en cualquier periodo los dividendos pagados resultan ser más altos de lo que originalmente se dijo, en tanto que las ganancias retenidas se manifestaron correctamente, entonces (G) tiene que aumentar junto con (D). Si suponemos además que las empresas no utilizan sus ganancias retenidas para realizar inversiones reales, sino más bien para aumentar sus tendencias de líquido en efectivo, mientras que los tenedores de acciones gastan sus dividendos en consumo, entonces un aumento de D, a través de un aumento de la demanda efectiva puede conducir a un aumento de las ganancias G, lo cual, a su vez envuelve un aumento en G o en R o en ambos. La serie de acontecimientos que acabamos de describir no es necesaria, ni siquiera la más probable de varias posibilidades y el resultado bien puede ser el contrario.

El conjunto de ecuaciones encierra implicaciones en lo concerniente a sucesos que debemos esperar que ocurran.[20]

Es entonces cuando aparece la necesidad de añadir funciones de conducta. Antes de poder juzgar la mensurabilidad de las variables y las relaciones en un modelo teórico es necesario aclarar la distinción entre construcción mental y concepto operacional. Una definición operacional describe las operaciones utilizadas para determinar o medir un suceso o estado observado.[21]

Por el contrario un modelo teórico contiene una construcción idealizada. Este es el caso, por ejemplo, de un modelo teórico de construcción de precios. Una construcción mental no es medible aunque a menudo esté hecha de manera tal que corresponda a algo observable.

En palabras de Machlup: La esencia de algo en su pureza real, sólo puede expresarse a través de una ficción.[22]

Machlup claramente sugiere la importancia de las obras literarias, en particular, de la poesía. Que por el momento no son tema a desarrollar y simplemente lo menciono como pretexto para desarrollar un proyecto futuro.

Así, los modelos de la teoría económica suelen contener dos tipos de construcciones: variables y de relaciones (entre dos o más variables). En la realidad cambian cosas que, sin embargo, en los modelos abstractos se dan por inmutables. A menudo podemos explicar, pero no predecir, podemos predecir, pero no controlar.

A la explicación del pasado se le llama historia. A los intentos de controlar el futuro, especialmente cuando se encarga de esto el Estado, se le llama política. Así pues, los tres campos de aplicación de la teoría económica son: a) la historia económica, b) el pronóstico económico y c) la política económica. La historia se reescribe para ponerla al servicio del presente. Los hombres escapan a las reglas que ellos mismos crean. Las crisis económicas no se pueden pronosticar y son la manifestación última de la impredicibilidad, las políticas económicas fallan precisamente porque los cambios en el mundo no se imponen, ni se modifican a través de recetas gubernamentales.

La confusión de las construcciones mentales con los conceptos operacionales es un error del que pocos logran escapar. Como dice Machlup: Un físico nuclear norteamericano escribió acerca de una pregunta ingenua sobre si las partículas nucleares ´existen realmente´. Señaló que tal pregunta no tiene mucho sentido, pues no importa en lo más mínimo que el electrón o el neutrino tengan existencia fuera del modelo teórico, además que la creencia en su existencia real es un obstáculo mental para el avance de la teoría.[23]

Todas las variables, así como todas las relaciones de los modelos teóricos están idealizadas o son construcciones mentales para las cuales puede existir réplica operacional o no. En su mayor parte las réplicas operacionales de las variables teóricas son mesurables.

Las microvariables son, a menudo, más fácilmente mesurables que las macrovariables, dado que la microteoría está fundada en el individualismo metodológico, que es el principio de iniciar todas las deducciones teóricas a partir de generalizaciones sobre las elecciones, las decisiones y las acciones del individuo[24].

Por otro lado, pero en el mismo sentido, para Machlup el problema de la verificación en la economía es uno de los ejemplos –que se suma al de la semántica en estricto sentido- que muestran desajustes teóricos en los que se debe poner atención. Muchos autores han insistido en la naturaleza a priori de la teoría y al mismo tiempo en su valor empírico para el área de la economía aplicada. Sin embargo, cuando se trata de la naturaleza a priori en los supuestos[25] utilizados por la economía dominante se pasa por alto que se están asumiendo como verdades fundamentales y que son condiciones asumidas sobre las que se construye una realidad o un modelo relativo a ellos; finalmente son parciales, en opinión de Machlup[Machlup04].

No existen reglas de verificación que puedan ser absolutamente confiables. Tomemos por ejemplo el caso de las reglas de verificación experimental, donde están implicados los conceptos de reproducibilidad de resultados, acuerdo entre las determinaciones realizadas por métodos diferentes e independientes.

Todos estos son principios poderosos, pero se podrían ofrecer ejemplos en los cuales fueron aplicados de modo adecuado y sin embargo el enunciado que parecieron confirmar resultó ser falso.[26]

En este sentido, cuando se efectúa un estudio sobre el significado de las palabras y los problemas relacionados con la verdad o falsedad de sus proposiciones Machlup sugiere recurrir a las nociones fundamentales de la filosofía tradicional, que distingue dos tipos de causas: a) la causa formal y b) la causa material.

Causa formal es aquella forma intrínseca o apariencia que adopta cualquier concepto y que produce un efecto de una magnitud económica. En cambio, la causa material es la materia de que está hecha esta magnitud o, en otras palabras, aquella cosa que la hace posible y sin la cual no se podría producir.

Sin embargo, como mostrará Lawson más adelante, los modelos económicos carecen (en su mayoría) de relación con la realidad social. No tienen, por tanto, un adecuado referente ontológico, que es precisamente el tema al partir del cual Lawson desarrollará el proyecto de realismo critico, con fundamento en una ontología social relacional.

El análisis que realiza Lawson es de carácter ontológico, que en algún sentido implica ya una interpretación semántica del lenguaje.


[14] En términos fregeanos sabemos que cada signo tiene un sentido, cada sentido tiene una referencia; pero, una referencia no solamente tiene un signo, puede tener varios. Además, el sentido y la referencia de una expresión no son independientes.

Para Frege los signos son los modos de darse de los objetos a los que nos referimos con nuestras palabras.

La postura de Frege nos podría resultar afín a una actitud pluralista, atribuyendo a los términos singulares dos tipos de propiedades semánticas: un sentido y una referencia.

[15] [Quine02] p. 192.

[16] [Quine02] p. 191.

[17] [Machlup74] p. 120.

[18] [Machlup74] p. 59.

[19] [Machlup74] p. 60.

[20] [Machlup74] p. 61.

[21] “La noción de concepto operacional proviene del físico norteamericano Percy, W. Bridgman y se encuentra en su obra titulada “The Logic of nodern Physics, Nueva York. Macmillan &Co. 1927. La idea de que todas las disciplinas empíricas emplean sólo conceptos operacionales fue aceptada y enérgicamente expuesta por muchos neopositivistas”. [Machlup74] p. 124.

[22] [Machlup74] p. 125.

[23] [Machlup74] p. 136.

[24] [Machlup74] p. 147.

[25] Objeto y materia que no se expresa en la proposición, pero es aquello de que depende, o en que consiste o se funda, la verdad de ella. Real Academia de la Lengua Española.

[26] [Polanyi46] p.13.