¿Una o varias ontologías?
Esta sección está inspirada en la pregunta de Quine: ¿Cómo podemos
juzgar entre ontologías rivales?
[], dado un argumento que sostiene que el tipo de ontología
que adoptemos es consecuencia de determinadas necesidades.
Nuestra ontología queda determinada en cuanto fijamos el esquema
conceptual más general que debe ordenar la ciencia en el sentido más
amplio; y las consideraciones que determinan la construcción razonable
de una parte de aquel sistema conceptual, son de la misma clase que
las consideraciones que determinan una construcción razonable del
todo. Cualquiera que sea la extensión en la cual puede decirse que la
adopción de un sistema, es una cuestión de lenguaje, puede decirse que
lo es también la adopción de una ontología.
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El conocimiento de la realidad depende de nuestras experiencias
previas y es, por lo tanto, falible. En consecuencia, es lógico pensar
que pueden coexistir distintas ontologías. La postura particular de
Lawson, defiende que es necesario apostar por una ontología que logre
acumular el conjunto de ontologías particulares.
Las escuelas heterodoxas, según él, difieren sólo en las preguntas
que se hacen acerca de dicha ontología, que es común a todas
ellas.
Por tanto, la ontología puede ayudar a identificar errores
incluyendo inconsistencias y fallas que implican universalización
inapropiada. Incluso, ¿puede proveer un papel aclarador? Lo creo,
puede. Entre otras cosas esto proporciona una gramática categórica con
la cual concepciones sustanciales sociales teóricas y distinciones,
pueden ser mejor entendidas.
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Lawson está de acuerdo en que la realidad es abierta e
independiente de nuestro conocimiento, por lo cual define un nivel de
“ontología pura” en el que todas las escuelas
concuerdan.
Cualquier discusión ontológica más allá de este nivel requerirá,
sin embargo, definir objetos, realizar conceptualizaciones, con lo cual
necesariamente estaremos de alguna manera cerrando el sistema. La
epistemología, que obligatoriamente involucra sistemas cerrados, se
filtra de este modo en la ontología, por lo que, más allá de la delgada
capa de ontología pura en la que se centra el enfoque realista crítico
de Lawson, existe una zona ambigua entre la ontología y la
epistemología, donde ambas se confunden. La indefinición acontece donde
hay lugar para distintas concepciones ontológicas por parte de las
diversas escuelas heterodoxas.
No es que dichas escuelas meramente se preguntan distintas cosas
acerca de una concepción compartida de la realidad sino que, como lo
sugieren la razón y la evidencia, sus concepciones de la realidad son
diferentes, estando dadas por distintas versiones de ontologías de
sistemas abiertos.
Aceptar que la realidad (social) está conformada por sistemas
abiertos, que son tales en virtud de que están sujetos a una gran
cantidad de factores inherentemente o potencialmente no cognoscibles por
nosotros, como incertidumbre, subjetividad, imposibilidad de predecir el
futuro y/o reproducir completamente el pasado, etc., es un ejemplo de
dicha ontología pura.
Aceptar una ontología de sistemas abiertos es un rasgo común a
todas las escuelas de pensamiento heterodoxo, y esto es fundamental. El
problema se presenta cuando tratamos de entender la naturaleza de la
realidad más allá de este nivel general en el que todos coincidimos; es
decir, cuando nuestras elaboraciones ontológicas se vuelven más
concretas.
Cuando se habla de una ontología de sistemas abiertos se pone
énfasis en la palabra
abierto, pero ¿qué ocurre con
el concepto de
sistema? Si por sistema entendemos
un conjunto de partes, aspectos, elementos, fuerzas, etc., que
interactúan entre sí dando lugar a un ‘todo’, cabe preguntarse ¿cómo
conceptualizamos dichos sistemas abiertos dentro de, por ejemplo, la
realidad social o económica? ¿Qué constituyen las partes, o aspectos, y
qué el todo?
Esto también es elaboración ontológica. Pero al contrario de lo
que sucede con la ontología pura no es independiente de nuestros
conocimientos preexistentes.
En el sistema caracterizado por las partes (agentes) y el todo
(estructuras) hay retroalimentación mutua, y esto hace que estén en
continua transformación y reproducción.
Sin embargo, otros enfoques heterodoxos realizan una
caracterización diferente de los sistemas abiertos que conforman la
realidad social. Para los post-keynesianos, por ejemplo, la unidad
fundamental de análisis no es el individuo sino las distintas clases
sociales, cuya interacción está marcada por el conflicto y la
negociación.
Tomar al agente intencional (el ser humano) como la unidad básica
de análisis en el reino social responde a un cierto tipo de concepción
de la realidad, a un cierto tipo de ontología. Como el mismo Lawson lo
reconoce, el ser humano también es estructurado, es decir, es un sistema
en sí mismo.
El pluralismo es una alternativa que Lawson encuentra y que
teóricas como Sheila Dow suscriben. La posición de Dow no es un
pluralismo puro, es decir, tiene fundamentos. Está basado en el realismo
crítico o implicado por la epistemología de los sistemas abiertos de la
economía (como la post–keynesiana por ejemplo).
[]Se trata de un pluralismo metodológico que encaja en la visión de
los sistemas abiertos, teniendo como fundamento que no hay estándares
universales, ni es posible lograr una selección del mejor método. Sino,
lo que hay, es un debate constante entre metodologías en sus propios
términos, sin pretender llegar a un criterio de selección.
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