Un decálogo para «la oposición y la resistencia»

¿A quién habría que resistirse? A nuestra propia inercia sin ir más lejos; al pensamiento único que se supone no se puede discutir; a los modos «normales» de resolver problemas o situaciones: la costumbre es la madre del caos, que decía el bueno de Lao Tse. En definitiva se trata de estar lo suficientemente alerta para reevaluar la realidad de nuestras propias vidas.

Philip Zimbardo y Cindy X. Wang proponen en The Lucifer Effect un decálogo de consejos para mantener despiertos los sentidos, que al menos en su mayoría son de un sentido común innegable y a los que muchos ya habremos identificado y puesto en marcha de una manera u otra:

  • reconocer los errores propios;
  • ser conscientes de las situaciones y de las acciones o decisiones que tomamos;
  • ser responsable: como mínimo ponte en el pellejo de tu contraparte ¿te gustaría que te trataran así?
  • ser el mejor yo que yo pueda ser -aquí hasta podríamos acabar recomendando la teoría de las limitaciones como un método de análisis personal;
  • respetar la autoridad justa, pero rebelarse a la autoridad injusta;
  • ser aceptado por el grupo es sano, pero mantengamos nuestra independencia: nuestro criterio es importante al menos para nosotros;
  • atención al contexto: con frecuencia recibimos mensajes aparentemente claros que tras un repaso al contexto en el que se generan y al público al que se ven destinados resultan completamente diferentes o demagógicos;
  • mantener el equilibrio de nuestra propia perspectiva temporal, algo de lo que hablábamos sobre la toma de decisiones ética;
  • no renunciar a libertades cívicas o personales por la ilusión de seguridad: puede ser el principio de algo muy desagradable, como explica Erich Fromm en El Miedo a la Libertad;
  • puedo oponerme a sistemas que sean injustos (aunque aún estén por llegar las mejores herramientas).


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